Crónica de una toma anunciada
Eran las tres de la madrugada; como todos los días, la veintena de trabajadores del comedor universitario entraron a la universidad para prepara el desayuno que alimenta a casi un millar de estudiantes universitarios. Horas después, casi a 6:50 de la mañana, se abren las puertas de la universidad, la gran mayoría logra ingresar al comedor, toman su desayuno y al volver, probablemente a sus cuartos alquilados por los alrededores de la universidad, observan las puertas bloqueadas, los únicos vigilantes se quedaron estupefactos cuando llegó la turba que impidió el ingreso de docentes y administrativos a la universidad.
El jueves (25 de noviembre) un grupo de estudiantes “preocupados por la problemática universitaria” se reúne en una aula de la universidad, muchos de ellos con aspiraciones “políticas”. Luego de un arduo debate deciden acatar la máxima medida de protesta, a la altura de sus posibilidades; el de realizar la toma del campus universitario.
Con esa consigna los asistentes a esta reunión, que fue convocado por el actual Presidente de la Federación de Estudiantes de la UNCP, Adrian Caysahuana, se encargaron de regar el rumor por la mayoría de las facultades, pidiendo apoyo de los estudiantes en la toma de local. Cuando terminó dicho plan el mensaje era “plegarse a la medida de lucha de la comunidad universitaria”. ¿Qué comunidad universitaria? Si solo participaron dos docenas de “estudiantes”.
Pero entre ellos se preguntaban, cuál era el motivo de tal medida, la única identificable para todos: anular la resolución número ocho del CEU –Comité Electoral Universitario- que reponía por cuatro meses más en la presidencia de la Federación al inefable Emilio Angulo Cárdenas, y los integrantes de Consejo y Asamblea Universitaria, es decir desde enero hasta abril del 2005. Pero como lo informamos en los anteriores artículos, obedece a una exigencia del segundo juzgado civil, que de ser desobedecido procesaría penalmente a los integrantes del CEU.
Durante todo el día de hoy (lunes 29 de noviembre) la universidad permaneció vacía, con algunos curiosos que entraban y salían; tal sólo para perder el tiempo o refrescarse el alma luego de los exámenes. Pero eso sí, a muchos de ellos no les costó mucho cruzar la pista y entrar a las ya conocidas “chinganas” mal olientes, a volverse por un rato expertos filósofos o estudiosos del consciente colectivo.
Mientras tanto pasaban las horas y los desesperados manifestantes formaban comisiones, armaban una plataforma de lucha; pero todos ellos perdidos en sí mismo, y preguntándose ¿Y ahora, qué hacemos? Pero la gran idea tuvo un perfecto desconocido, Edward Reymundo, de la facultad de Sociología, cual afanoso abogado aconsejaba de cómo actuar ante estas circunstancias, por sus ideas fue electo Coordinador General de ‘Bases Estudiantiles’.
Equivocados en su andar, esta medida es un disparate más de los pseudo dirigentes universitarios, que solo salen en momento de elecciones estudiantiles. Lo mejor que saben hacer es entorpecer con la actividad académica de una Universidad, donde se investiga y analiza la problemática social. No saben que perjudican a mil 500 estudiantes universitarios, 350 administrativos, casi 800 docentes y miles de estudiantes de CEPRE. En qué piensan estos.
No es llorar sobre la leche derramada, pero hay responsables en esta equivocada toma de local, que por cierto se debe protestar ante el poder judicial por la desacertada sentencia, como siempre las autoridades universitarias, el servicio particular de vigilancia, quienes se hicieron de la vista gorda al anuncio de toma de local y no tomaron las previsiones del caso, ahora que dirán.
Al parecer el panorama se complicará cada día más, hay tanta desinformación en la población universitaria, y con esto, empeorará la situación ya que se viene elecciones del Rector y Vicerrectores, todos quieren jalar agua para su molino. Recién comienza la acción. Como todos los años esperamos terminar las clases en la universidad antes de que acabe diciembre.


